Cd. Victoria, Tam.- Primero los errores. Meses atrás cuando la opinión pública mundial confirmó que el mandatario boliviano pretendía postularse por cuarta ocasión, la respuesta general fue de preocupación, aunque con diversos matices.

No solamente fue la furia de sus adversarios. También la duda de sus simpatizantes dentro y fuera de Bolivia. Demasiado riesgo para un proyecto de país que había avanzado bastante en la última década y media.

No se preparó para dejar el poder, ni siquiera para heredarlo, gobernó apoyado por un movimiento (el MAS) que tampoco se animó a estructurar como partido.

Por eso, al cumplirse los periodos (tres al hilo, de 2006 a la fecha) sus opciones se reducían a la continuación en el cargo.

El suyo fue un mando unipersonal que finalmente reventó en unas elecciones dudosas, ante adversarios que lograron marchar unidos y protestar con inusual ferocidad, logrando involucrar a la policía y finalmente al ejército.

MORALES había cumplido 60 años el pasado 26 de octubre y lucía una vitalidad de cuarentón, con su metro 75 de estatura y su notable simplicidad como comunicador, sencillo y eficaz, persuasivo pese al inocultable acento indígena.

La frase es exacta y de muy antigua aplicación en la narrativa del poder y en todo el mundo: ”no saber retirarse a tiempo.”

Y cuando pienso en ello me vienen a la memoria ejemplos tan disímbolos como MUAMAR KADAFI, y PORFIRIO DÍAZ, entre muchos más.

BUENOS NÚMEROS

Pero el poder es una droga, adictivo. Por ello los temperamentos mejor dotados logran entender que después de cierto tiempo, se gana más perdiendo, dejándolo en otras manos para darle continuidad a la lucha desde la (muy noble y nada desdeñable) función opositora.

Lo cual conlleva riesgos, si observamos las venganzas que se han cernido sobre exmandatarios de similares posturas reformistas. En Brasil, LULA DA SILVA y DILMA ROUSSEFF, ejemplos limítrofes.

Aunque el desempeño de EVO está más cerca en logros al del uruguayo PEPE MUJICA que a la parafernalia tiránica de NICOLÁS MADURO o DANIEL ORTEGA.

Envidiables, sin duda, las cifras básicas de la economía boliviana. Inflación (2019) entre 3 y 5%, con un Producto Interno Bruto (PIB) del 4.5.

Indicadores muy significativos, que ya quisiera LÓPEZ OBRADOR, por citar un caso.
Aunque también MADURO en una Venezuela cuya tasa inflacionaria supero el 1000% (mil por ciento) pese a poseer las mayores reservas mundiales de petróleo (el segundo es Arabia Saudita).

La austeridad de MORALES es uno de los factores clave. Las imágenes de esta semana nos muestran su llegada a México.

Vestido como acostumbra, en mangas de camisa, que en ceremonias especiales suele complementar con el saco artesanal boliviano.

Y, bueno, cuando las calles de La Paz se ensangrentan, se multiplica el tumulto involucrando a cuarteles policiacos y castrenses, en un último instante de lucidez, MORALES anuncia que llamará de nuevo a elecciones. Pero ya sería demasiado tarde.

La maquinaria de su reemplazo ya estaba en marcha y nada la podría detener, con secuelas lamentables como el saqueo de su residencia, amenazas de muerte contra sus colaboradores, el evidente propósito de capturarlo y hasta un precio marcado para quien le diera muerte.

PARTICULARIDADES

Las redes están hoy rebosantes de videos grabados con celulares en lo que fue el hogar presidencial. ¿Amplitud y comodidades?, definitivamente sí, aunque dentro de cierto límite.

Bastante lejos de los palacetes que suelen construir los políticos mexicanos, no solo los presidentes (LÓPEZ PORTILLO, PEÑA NIETO) sino también gobernadores (caso extremo, el veracruzano DUARTE) o hasta presidentes municipales.

Cayó EVO por una combinación entre la audacia de sus enemigos y la persistencia de sus errores. AL final, quiso corregir, no pudo.

Su caída, desde luego, tiene mensaje para México, hoy que presenciamos la notable ineptitud mostrada por el obradorismo para instaurar un proceso limpio y creíble en la elección de su cúpula partidista.

Al igual que el MAS boliviano, MORENA constituye un movimiento que accede al poder sin convertirse en partido y gira en torno a la voluntad de un solo hombre.

En el caso mexicano, el grupo gobernante tampoco ha logrado tejer una estructura territorial firme, sólida y de aceptación general para quienes votaron por ellos en cada región.

Lo vemos en Tamaulipas, donde bases y clientela marchan por un lado, pero dirigencias por otro, a menudo sin saber los primeros de los segundos ni interesarse los segundos por los primeros.

Se culpa a YEIDCKOL de ello al subrayar su estirpe autoritaria y su pasado como dirigente patronal, más afecto a las decisiones en petit comité, en eso que hoy llaman “cuadro chico”.

Acaso sea cierto todo ello, pero necesario es tomar nota de que la señora POLEVNSKY no se manda sola. Su trabajo es de mayordomía, de testaferros. Aquí no hay “sana distancia”, el que ordena y dispone es AMLO.

Corresponde, pues, al Presidente, en su calidad de PMM (primer morenista de México) tomar nota y reflexionar, sobre el ejemplo boliviano. Aquí como allá, aprender lo necesario antes de que sea demasiado tarde.

BUZÓN: [email protected]