Por: Ricardo Hernández.-

El viejo Mateo representaba el tipo de hombre que algún día me gustaría llegar a ser, con su barba blanca y espesa; un hombre ocupado en la búsqueda de temas sobre filosofía. Por otro lado, Saida Sofía era la hija del viejo con quien se volvería a reunir después de largos años de distanciamiento. La historia ‘Pasos en la nieve’ la escribí en la sierra (Los San Pedros, Güémez, Tamaulipas) en mis ratos libres, pues formé parte del Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE).

Las personas de Los San Pedros se mostraron atentas conmigo al grado de ofrecerme una casa de madera la cual contaba con el servicio de luz eléctrica. Pero como me hicieron dos propuestas, entre las que se encontraba también una casita de madera, sólo que ésta no tenía luz, sino que tenía que alumbrarme en todo caso con una lámpara minera. Yo decidí por la última opción.

Quería estar solo y si fuera posible lo más distanciado de la gente. Sobre todo, porque había llegado a un lugar mágico, era un bosque con sus árboles de pino, cedro y encino. Un lugar en el que mi capacidad de asombro surgía en todo momento, principalmente cuando la bruma espesa desaparecía al pueblo por completo.

De tal manera que todo lo natural era un nuevo mundo para mí que estaba deseoso de escribir historias las cuales estuvieran impregnadas de algo misterioso, pero como no podía retirarme mucho del lugar por una sencilla razón: había animales sueltos, como vacas, caballos, burros, perros, etcétera. Y si me retiraba un poco más cabía la posibilidad de que me saliera un oso. ¡Uy, qué miedo!

Por ese motivo, en mi casa de madera, que más parecía una cabaña, me llegué a inspirar para escribir algunas historias entre las que se encuentra ‘Pasos en la nieve’.

Fue una historia que escribí precisamente en la Navidad. Se trataba de un escritor anciano quien se había decidido vivir en la montaña; hasta allá fue a encontrarlo su hija Saida Sofía luego de muchos años de no verse.

Saida Sofía se queda a pasar la Navidad y Año Nuevo con su padre. Es una historia de reconciliación, de unión familiar, de perdón en donde los elementos de paz y armonía dan el toque final a toda esta historia que escribí en las noches gélidas de la montaña, en un cuaderno a rayas, alumbrado en todo momento por mi lámpara minera.

¡Hasta pronto!