Polvorín…

Por: José Ángel Solorio Martínez.-

Nací y he vivido, en una de las fronteras más violentas del mundo. Por eso, me alegro de que Genaro García Luna, esté en la cárcel. ¿Acaso me genera algarabía, la desgracia ajena?
No.
Nada de eso.
Me provoca júbilo, la detención del jefe policiaco preferido del entonces Presidente Felipe Calderón, porque necesariamente –dato que los analistas, mas conspicuos han pasado por alto– la violencia en el país decrecerá.
Por una circunstancia: se infiere, que el gran capo mexicano era García Luna: y no otros.
¿O acaso un semi-analfabeta como el Chapo Guzmán, podría generar la narcored mas importante del mundo sin el auxilio de un cerebro gubernamental?
(Es decir: García Luna, no trabajaba para el Chapo; el Chapo, trabajaba para García Luna).
¿Un hombre agreste, eso son quienes han sido calificados como los principales jefes de ese ominoso negocio, es capaz de articular esa complejísima estructura global de lavado y acumulación de dinero?
¿Es posible que unos bandoleros regionales, tengan la capacidad –sin el apoyo de los gobiernos– de armar a ejércitos delictivos con mayor capacidad de fuego que los grupos terroristas fundamentalistas?
Imposible.
Es secundario, si embarra a Calderón, a Fox o a Peña. Lo relevante, lo que obligadamente beneficiará a quienes seguimos padeciendo la flagelante violencia, es el abatimiento de la dinámica de la guerra que –hoy se sabe– era el negocio del hoy preso y sus cómplices.
AMLO tenía razón: la violencia no era la salida. No lo era, ni lo es, porque ello representaba alimentar la hiedra de mil cabezas que administraba García Luna. Otro acierto del tabasqueño: la limpia es de arriba hacia abajo. Los secuaces de Calderón y su súper policía, irán cayendo, ya en manos de la Justicia, ya en brazos de la inanición financiera que a pasto inyectaba el ex Secretario de Seguridad Pública a escuadrones de la PF que seguían a las órdenes suyas. (Para ellos, la violencia era la fuente más generosa de ingobernabilidad con lo cual se capitalizaban políticamente)
Esa es una buena razón, para estar contentos.
A los defensores de Calderón y de sus cómplices, perdónalos Señor…

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