Por: Ricardo Hernández

El libro que está por salir de la imprenta ‘10 AÑOS DE ESCRIBIR COLUMNAS’, ha tenido un interesante proceso, sobre todo porque al final fui yo mismo quien se encargó de todo, excepto de la impresión.

Ahora no me resta más que esperar a que Margaret, la encargada de la imprenta, me haga entrega de los ejemplares. Me siento contento por la importancia de lo que significa para mí, el libro encierra un misterio, es la expresión reservada para el momento adecuado, puede simbolizar el inminente nacimiento de algo, podría ser el punto de partida, una nueva etapa en mi vida.

Es la creación de ‘eso’ lo que provoca que los latidos de mi corazón sean cada vez más acelerados, al mismo tiempo ese ritmo es el que echa a funcionar la máquina del cuerpo, de las venas, de la mente, de la sangre.

¿Cuántas horas de desvelos se han de estar maquilando a estas horas?

Un libro visto físicamente pudiera representar tan sólo un producto, un objeto, el nombre del autor; el libro podría valorarse por lo interesante de la portada, por el contenido del libro, pero todavía más allá de lo antes dicho, se encuentra el escritor, el artesano de palabras, el que se la ha pasado horas y horas tratando de encontrar las palabras adecuadas para que su mensaje sea claro y preciso.

Las personas que como yo hemos tenido la ‘ocurrencia’ de darnos a conocer por medio de un libro, se debe, en mi caso particular, para expresar mi forma de ver el mundo. Las historias autobiográficas es lo que me gusta escribir, me hacen sentir contento, vivo una especie de felicidad lo cual se proyecta en mi estado de ánimo.

Hasta la fecha sigo insistiendo en lo dicho: historias autobiográficas hasta el último día, sencillamente porque creo en el éxito espiritual, creo en que debo alcanzar metas, porque creo que debo caminar de la mano de Dios, y esos pensamientos me han conducido por años en esta lucha, en esta entrega total, ese ‘yo’ interno ha sido mi mejor amigo durante este tiempo, al insistirme ‘tú puedes’.

Pretender alcanzar el éxito no es nada fácil, se requiere de mucha paciencia, de resistencia y perseverancia, aunque todavía me falta experiencia en este sentido, puedo afirmar que me siento una persona exitosa desde el momento en que tomé la decisión de escribir.

El libro es como mi primer hijo, porque se gestó en el interior de mi mente. Es un libro hecho con mucho amor, cada palabra fue escrita pensando en que a alguien le pudiera mover el corazón, que las palabras motivaran a la persona a escribir, a seguir este camino tan interesante.

Nadie sabe escribir bien a la primera, no conozco a alguien que no se haya equivocado en sus primeros escritos, incluso, los errores pueden verse aún después de publicada la obra. En este caso la cuestión es de actitud: insistir y resistir.

¿Diez años de escribir columnas?

Parece fácil, a veces hasta me río al ver mis primeros escritos, hay tantos errores, palabras repetidas, un lenguaje limitado, evidentes faltas de sintaxis, de ortografía, incluso. Sólo que eso lo veo ahora que tengo ciertos conocimientos sobre el tema, porque lo que antes veía, lo que antes me hacía llorar o reír era la manera en que expresaba cada palabra, cada frase, porque redactaba con mucho sentimiento.

Lo único que yo quería era compartir con alguien mis tristezas, mi felicidad, no sé, muchas cosas. El primer libro que me ha costado un gran esfuerzo, al que le he puesto empeño y dedicación está en la imprenta, dentro de poco tiempo lo tendré en la mano, acariciándolo como lo hice el día que nació mi hija Sarita; esperando, sobre todo, que ocurra el milagro.

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